domingo, 20 de marzo de 2011

LA LUZ


El pintor, Fabi y yo, hemos pasado unos días de vacaciones.
Juntos hemos visitado el desierto, los volcanes, la mar inmensa...
El pintor, febril, hacía fotos, pintaba, observaba.
Fabi, siempre alerta, íba y venía sin decir a dónde escapaba, qué lugares había visitado, con quién había ronrroneado o de qué fuente había bebido.
Yo, ebrio de arena, de ocres, de sienas, de azules y amarillos, de luz... miro a mis amigos con los ojos entrecerrados. Añoranza, melancolía...
Suena la antigua canción del mar, siento los latidos y el calor de Fabi.
Hice un viaje peligroso. Un viaje del que solo los dioses y los gatos vuelven. Miré, cara a cara, a una dama dulce y cruel que no me quiso:
_Otro día , amigo gato. Primero tienes que pintar el alma.
Mi pintor me acaricia y Fabi se acerca para poner su pata en mi naríz.
Amigo gato: No dejes que la vida se te escape, no consientas que el dolor te pese, ni el amor, ni el desamor. Lo que llevas dentro es un tesoro que nadie te puede robar.
¿Sabes qué es lo que llevas dentro?. Es muy simple: La Luz, tu luz.

jueves, 3 de marzo de 2011

PERDIDOS


Fabi y yo nos hemos vuelto a escapar para desesperación del pintor.
Fabi es una gata aventurera y yo un gato fácil de convencer.
Corre delante de mi con su mirada siempre alerta. Otros gatos nos miran inquietos. Pasamos de largo a toda velocidad.
Hay una bonita plaza abierta al mar, con sillas y mesas donde los humanos, comen, charlan y beben cosas desconocidas. Y un lugar de donde sale música y las parejas humanas se miran a los ojos.
Nos apretamos en rincón oscuro. Hay tantos olores en el ambiente que nos confunden.
Huele a amor, a vino, a desamor...
Dos humanos bailan en la penumbra una canción triste. Ella tiene los ojos cerrados y se apoya en el hombro de él. Huele a dolor. Los vemos dejarse llevar por la música como adormecidos, como a cámara lenta. Algo se ha roto entre ellos.
Los humanos matan lo que aman.
Fabi me mira, está triste y yo rozo mis bigotes con los suyos.
Entre ella y yo casi no hay maullidos, no son necesarios. Nos vemos por dentro. El silencio entre nosotros es clamoroso. Siento los latidos de su corazón y su calor.
Lamemos nuestras heridas antiguas.
Volvemos a casa: el pintor duerme y nos acurrucamos a sus pies.
Si los humanos supieran...
 No matarían lo que aman.


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