viernes, 20 de mayo de 2011

LA ASAMBLEA DE LOS GATOS (INDIGNADOS)


Rara vez nos reunimos los gatos en la Gran Asamblea desde que decidimos vivir a la sombra de los hombres.
Adormilados, medio satisfechos, satisfechos, comprados por sus caricias y sobre todo por su comida, hemos dejado en sus manos nuestro destino.
No es que nuestra relación sea mala, no, pero hemos pagado un alto precio. Con los humanos siempre se paga un precio.
Nos castran, nos dan extrañas comidas hechas por otros hombres y que saben todas igual, nos operan las uñas para no estropear sus cosas, a veces nos encierran para no molestar, nos compran, nos venden, nos regalan...
Y si somos de la calle, nos cazan, nos encierran en jaulas y a algunos nos eliminan.
Por todo ello la Asamblea de los Gatos Indignados (AGI) ha decidido manifestarse y protestar junto a muchos jóvenes humanos también indignados.
Hemos decidido que los gatos caseros nos esconderemos de nuestros compañeros-amos  y no acudiremos a sus llamadas. Los de la calle se reunirán todas las noches en las plazas para hacer conciertos de maullidos interminables.
Y esta es nuestra lista de reivindicaciones;
Comida fresca para todos.
No a la castración.
no a las jaulas.
No a los niños crueles.
Libre elección del compañero humano.
Libre circulación por las calles.
Libertad para afilar nuestras uñas donde nos apetezca.
No a la desungulación.
Jugar, siempre jugar.
Y amor, mucho amor.
LOS GATOS DE MADRID ESTÁN EN LAS CALLES

viernes, 13 de mayo de 2011

COMO LOS HIJOS DE LA MAR.


Atardecer de luces rojas en la playa. Una trompeta susurra un blues y un pintor sus últimas pinceladas del día. Dos gatos asomados a la esquina del callejón sin nombre.
Pasan los humanos abriendo y cerrando puertas; pocos miran el mar, azul profundo y rojo, hacen quiños ante el ùltimo sol horizontal.
La trompeta se desliza en los corazones y los hombres guardan silencio porque saben que hay un matrimonio sagrado entre la música y el mar.
El pintor mira lejos. ¿Qué puerta se ha cerrado tras su última pincelada.?
Los hombres componen poses para ocultarse del daño de los otros: murallas, puertas, corazas... A los gatos no pueden engañarnos, nosotros sabemos.
Y hay momentos en los que un viejo blues y el mar, azul profundo y rojo, derriban todos los muros y abren todas las ventanas para que entre la brisa fresca.
Enternece y alegra verlos así, abandonados, "casi desnudos, como los hijos de la mar”.
Fabi y yo aspiramos ese segundo de inmortalidad en el que todo está bien, en su sitio y los viejos dioses protectores vuelven a posar sus manos sobre las viejas heridas.
Pasa la noche.
Se abre una puerta.


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