lunes, 1 de agosto de 2011

ÉBOLA



A veces los hombres son muy raros. Noto su emoción cuando algo grave ocurre en el mundo aunque sea muy lejos: si la tierra tiembla , la tormenta los ahoga o sus guerras los matan. Les veo levantarse inquietos y acudir en ayuda de sus hermanos; mandan cosas y alimentos, besos y abrazos, se reunen y deciden qué hacer, a veces lloran y durante días hablan y hablan de la mala suerte de los otros. Luego se acuestan tranquilos y se olvidan, quizá aliviados porque de esa se libraron esta vez.
Nosotros que descendemos de la diosa Bastet y somos mágicos, sabemos al instante lo que ocurre allí donde haya un gato testigo o víctima de los hechos. Los hombres creen que dormimos casi todo el tiempo de nuestras vidas pero la verdad es que sin mover un músculo, sin un solo gesto,con apenas un suspiro vemos a través de los ojos de todos nuestros hermanos. Un hombre, más inteligente que sus contemporáneos y un poco gato, dejó escrito en piedra un hermoso pensamiento sobre nosotros: “ Cuando tu piensas, él te comprende aún si tus labios no se mueven, ni tu boca pronuncia palabra alguna porque él lée en ti con la mirada de los dioses.”
Por eso sabemos, desde hace mucho, lo que ocurre en esa lejana tierra que los hombres llaman África. África se muere a trozos, no por el fuego o la guerra, no por el huracán o el gran terremoto; se muere de algo mucho más lento y más mortífero, se muere de hambre, de enfermedad y de olvido. La palabra de los hombres es "ébola", lo es ahora pero hay muchas más. Es tanto el dolor que a veces, nuestra madre Bast, nos cierra los ojos para no ver toda esa maldad silenciosa que otros hombres provocaron. Y aquí siguen, mirando sin ver, mudos y sordos, sin querer saber.
Pero recuerda, humano indiferente, que nosotros te leemos con la mirada de los dioses.


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