viernes, 28 de enero de 2011


EL GATO QUE NO CESA
Desde mi pequeña atalaya (La esquina de un armario cerca de mi ventana) la vista que se extiende ante mis ojos llega hasta el mar.
Allí me tumbo a mirar, a dormitar, a soñar y a soñar.
El pintor se ajetrea con sus pinceles y a veces nos miramos solo para saber que estamos. Juego con un rayo de sol, wowowo, que se filtra por la persiana.
Al otro lado de la calle los niños cantan en el patio de un colegio y el mundo se alegra con sus voces y sus risas. Es el Día de la Paz de los humanos.
Son interesantes los humanos, tienen días para todo. Sospecho que celebran aquello que no tienen.
La paz de los humanos...
Veo por esa ventana mágica que a veces mira el pintor, fuegos que me asustan, tristes, tristes guerras que no son de amores, amores que matan y palabras de hielo que cortan el alma.
Es como otro espejo donde no me reflejo pero que devuelve la mirada, esta vez airada, de los tiempos.
Hablo con una gata argentina que, lejana y sola, me regala rayos de plata y palabras de diamante.
Hablo con ese viejo amigo que siempre me acompaña y con ese humano que permite que me suba a mi atalaya y sueñe. Esa es mi paz y mi regalo.
Es el regalo que os regalo.


2 comentarios:

beatriz dijo...

Eres un gato poeta. Me encanta leerte.

EL GATO MATISSE dijo...

Y un placer para mi que me visites.

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